Es escuchar a un pobre tipo cantar (con
la cara más triste y deprimente del mundo) que now my (his) heart is full
– y cagarte de risa.
Es darte cuenta que ahora las canciones no
significan lo mismo, para bien o para mal, porque ahora este spaghetti te lo
tenés comer, y además decir gracias.
Es pensar que antes Hello Goodbye era solo para describir un pequeño desencuentro, y
ahora el desencuentro está en una diferencia horaria que dan ganas de llorar.
Es ver a alguien que (de nuevo, mágicamente) se toma
su tiempo. Pero la distancia.
Es encontrar una motivación, que te la arranquen y
la caguen a trompadas entre cinco. Pero seguir tirando.
Es estar un
domingo quebrada, terriblemente en pedazos y que alguien te diga hold on to your friends, mirar
alrededor, ver el desastre que es el naufragio y contestar what you mean?
Y la misma soledad del otro lado.
Es darse cuenta que estás desparramado, diseminado y
con la urgencia de rearmarse y encontrar tierra firme. Rasguñar la arena. Tener que hacerlo. Ya no se puede más. Y
empezar a creer que ya está.
Cortar sogas, cabezas de hidras y demases y seguir.
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