dejame, dejame hacer lo que quiero repite una y otra vez en mi oído como un mantra, como un ruego y una orden al mismo tiempo y no hay nada en mí que quiera negarse a su pedido. me dejo ir un poco bajo la calidez y presión de su piel contra la mía, las respiraciones entrecortadas y aceleradas como luchando pero en una lucha que es espera y entrega al mismo tiempo. no hay poder de uno sobre el otro, no es dominación: ambos reclamamos lo que es nuestro y de los dos.
dejame, dejame hacer lo que quiero vuelve a repetir y esta vez parece que se lo dijera a sí mismo pero mirándome a los ojos, llenando los pocos vacíos que pudiera haber entre los dos. yo no ofrezco resistencia alguna ni quiero, no me interesa. quiero que haga lo que quiera. quiero que esté ahí como está ahora, reclamando para sí ese último lugar donde todo es un mundo de sábanas, brazos, sueños y piernas enredadas. quiero que haga lo que quiera porque es lo que queremos los dos; queremos hacer lo que queremos y queremos mucho.
dejame, dejame hacer lo que quiero y esta vez sus palabras salen ahogadas contra mi cuello. estamos estamos estamos haciendo lo que queremos y está bien pero no es necesario decirlo, se lo ve, se lo siente. las sombras empiezan a tomar color y todo está bien. todo es correcto y somos plenos y después de un diálogo entre bocas mudas y ojos que se cierran llega el sueño y el despertar en el mundo real, que no parece mundo y es menos real que eso.
Y los pensamientos están ahí, girando en la cabeza durante tanto tiempo que son producto primario de sueños en blanco y negro con sombras a color.
No hay comentarios:
Publicar un comentario